Me resultaba difícil explicar a los niños un concepto tan crítico y abstracto como los derechos humanos. Pensé en posibles metáforas que podrían hacer atractivo el tema y el mensaje para los y l@s niñ@s. El uso de una comunidad de bicicletas y las bicicletas como personajes principales fue la idea número uno. Por ejemplo, la falta de acceso de las bicicletas lesionadas a los servicios “médicos” de reparación sirvió para presentar el derecho a la salud. El estado del garaje donde dormían las bicicletas, brindó la oportunidad de presentar el derecho al acceso al agua y a una vivienda digna. Percibí que el uso de la metáfora de las bicicletas despertaba el interés inmediato de l@s lectores más jóvenes.
Lola es una bicicleta-niña que vive en un pueblo de bicicletas multicolor. Aunque realmente Lola siente que todas las personas son iguales en el pueblo, observa cómo las bicicletas reciben un trato diferente según su color o género. Sus percepciones, abren la oportunidad para que Lola exprese que quiere ir al colegio como lo hacen la bicicletas-niño. Por otro lado, las difíciles condiciones de vida en la comunidad, provocan la decisión de los padres de Lola de migrar o quedarse y mejorar la situación exigiendo a los líderes comunitarios que se cumplan sus derechos humanos básicos.
“Esa misma noche, mis hermanos y yo nos habíamos acostado temprano, pero yo no podía dormir. Hacía frío y llovía. El techo del pequeño garaje donde vivíamos tenía agujeros. El suelo era de tierra, de manera que al mojarse entraba humedad por las llantas, las cuales se helaban hasta la cadena y luego se atascaba. Cuando eres mayor, las ruedas son más grandes y te alejan del suelo, pero cuando eres pequeño casi puedes tocarlo y si está frío, sientes frío. Lo anterior, sin embargo, no pasaba en todos los garajes”.